Placa Homenaje Don Luis Rodriguez
Placa Homenaje Don Luis Rodriguez Oliver
PRESENTACIÓN inicial del acto, por Ángel Martín-Blas.
Un hombre muere de verdad cuando el olvido lo entierra para siempre.
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Hace 36 años (un 5 de junio de 1979), la muerte lo arrebató a traición de este mundo, pero su estela sigue viva, como hoy estamos demostrando.
Don Luis Rodríguez Oliver vive en nuestra alma, en nuestro recuerdo, en aquellos pueblos donde repartió el bien y la verdad, entre aquellas personas que gozaron de sus bondades… Porque no puede morir definitivamente, porque no puede olvidarse a un hombre de cuyos escritos se podía deducir, entre otras cuestiones, que era un hombre:
- Que creía en el ser humano, en la persona, al margen de credos, colores y banderas.
- Que criticaba los dogmatismos, porque, finalmente, se convierten en mesiánicos hasta llegar a fanatismo.
- Que proclamaba que un pueblo no es un rebaño, sino una realidad penetrada de esperanza.
- Que creía que no hay intereses superiores a la persona.
- Que defendía el derecho a la cultura, al trabajo y a la integración de las personas más desfavorecidas (los discapacitados).
- Que admitía el pluralismo en una sociedad sin dogmas.
- Que quería una sola España, acabando con la película de los “buenos y los malos”.
- Que buscaba la libertad liberadora, con calidad más que cantidad.
- Que defendía el reconocimiento de la vida laboral de un hombre, sin olvidarlo al final de sus días.
- Que anhelaba una sociedad de iguales.
- Que pretendía la emancipación del hombre mediante la cultura, porque (decía): “… la cultura que no llega al pueblo muere…”.
- Porque se exigía a sí mismo un “esfuerzo a corazón abierto”.
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En el caso de Don Luis –al que yo conocí en persona, admiré y quise imitar--, el árbol de ciertos dogmatismos fanáticos de algunos que no lo conocieron bien, les ha impedido ver el inmenso bosque de los valores que tenía como persona.
Hoy, aunque tarde, se le hace justicia en su pueblo natal, con este sencillo homenaje, como otros muchos que se le han dedicado en lugares donde demostró su talante. Casas de Lázaro (su primera parroquia en la que ejerció), Villarrobledo, Santa Bárbara, Madrid… aún siguen admirándolo.
Este acto que hoy se celebra en Villafranca no es un homenaje oficial, aunque sí apoyado por quienes gobiernan en el pueblo. Este homenaje es privado y surgió del amor de sus familiares y de quienes tuvieron la suerte de conocerle y de beber de su sabiduría y de los valores que poseía como persona preocupada por los demás… Podríamos decir, que este homenaje es el pago de una deuda antigua que se tenía con Don Luis.
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DON LUIS RODRIGUEZ OLIVER Y SU HUELLA EN CASAS DE LÁZARO
Don Luis ingresa en el Seminario recién acabada la guerra civil y se ordena de presbítero en Toledoen el verano de 195. Junto con Don Luis otros dos hijos de Villafranca.-pueblo que justamente se ganó en la archidiócesis el apelativo de “levítico” por las decenas de sacerdotes, que de él salieron.- recibieron el Sacramento del Orden Sacerdotal Don Balbino Gómez-Chacón Díaz-Alejo y Don Pedro-Rafael Velasco Beteta, según nos relata José-Ramón Díaz Sánchez-Cid en su libro “El Seminario Conciliar de san Ildefonso de Toledo. Cien años de historia (1889-1989). (Editado por Estudio Teológico de San Ildefonso. Seminario Conciliar. Toledo.)
Estrenó su sacerdocio, precisamente, en mi pueblo, Casas de Lázaro (Albacete), pueblo frontera entre La Mancha y la Sierra de Alcaraz, cabiéndome el honor y la suerte de ser su monaguillo de confianza. Tomó posesión de la parroquia el día 4 de Agosto de 1951, sucediendo, como Ecónomo, a Don Vicente Alarcón Novillo. Al día siguiente, se desplazaría a Masegoso para hacerse cargo también de dicha parroquia. De Casas de Lázaro, donde estuvo tres años, sería enviado por el Cardenal Pla y Deniel a Villarrobledo (Parroquia de San Blas) y Toledo (Parroquia de Santa Bárbara) sucesivamente.
Han transcurrido ya más de sesenta años.Sin embargo la gente mayor lo seguimos recordando con enorme cariño y gratitud debido a la enorme labor pastoral, que realizó en la parroquia. Todos coincidimos en catalogarlo como el sacerdote, que más hondamente caló en el corazón de los lazareños, dejando una huella imborrable. Por ello no es de extrañar, que el día de su partida, en noviembre de 1954, todo el pueblo lo despidiera con lágrimas en los ojos. Era consciente de que ese día perdía un amigo, un padre. Y todo ello PORQUE:
- Desde el primer momento estableció entre sus feligreses una relación de cercanía y familiaridad.
- En todo momento estuvo disponible. Nunca marcó horario para atender y escuchar a los que llamaban a su puerta.
- Siempre supo aunar la sencillez y la fidelidad con la transparencia, la sinceridad y la verdad.
- Era un hombre de Dios y del pueblo. Ya en aquellos lejanos años cincuenta del pasado siglo “olía a oveja” como quiere el Papa Francisco de los sacerdotes de hoy.
- Sirviéndose de la piedad popular y la gracia de los místicos, hacía a Dios cercano con el rostro de la alegría evangélica.
En Casas de Lázaro llevó a cabo una enorme labor, no solo religiosa, sino también social, humana y caritativa entre las familias de la parroquia durante su estancia en el pueblo.
En el terreno religioso destacaríamos su afán misionero y evangelizador, que le arrastraba, casi instintivamente, a acercarse a todo tipo de personas, preferentemente a las más humildes y menesterosas. Fruto de ese afán evangelizador, que sentía como fuego abrasador:
- Marchó con otros sacerdotes de la archidiócesis de Toledo a Buenos Aires (Argentina) a predicar por barrios, cárceles y suburbios bonaerenses la llamada “Gran Misión”, que dejaría en él recuerdos imperecederos.
- Fue pionero en poner en práctica el trabajo pastoral en equipo, que posteriormente en los años setenta del siglo pasado se pondría de moda en las diócesis españolas. Juntamente con Don Lino Sánchez-Cabezudo, Cura de Balazote (Albacete) y condiscípulo suyo, y Don José Barrau, Cura de San Pedro (Albacete) pueblo vecino, perteneciente a la Diócesis de Albacete, crearon un equipo sacerdotal de zona, que supuso una verdadera revolución en todos los aspectos. Los tres proyectaron conjuntamente tareas apostólicas, intercambiando experiencias y aunando esfuerzos.
- Cuando Don Luis llegó a Casas de Lázaro, en el pueblo nadie conocía el Movimiento seglar de la Acción Católica. Solamente habían transcurrido tres meses desde su llegada a la parroquia y ya había creado la Acción Católica de Jóvenes, tanto masculina como femenina junto con el grupo de niños adolescentes de Aspirantes de Acción Católica. Semanalmente los reunía en los locales de las escuelas (no había otro lugar) donde les impartía charlas de formación religiosa. En Cuaresma nunca faltaban las tandas de Ejercicios Espirituales abiertos para hombres, mujeres y jóvenes.Los niños esperábamos impacientes, que llegara la tarde de los sábados, día de la catequesis. Nos explicaba con gran sentido pedagógico las parábolas evangélicas. Con el fin de estimularnos en el aprendizaje del Catecismo, organizaba concursos entre los niños, repartiendo premios entre nosotros. Implantó en la Parroquia la Felicitación Sabatina, que tenía lugar los sábados por la noche. A veces a la luz de las velas o del carburo. A ella acudían grandes y pequeños, siendo el germen de la devoción mariana de muchas de las personas mayores de hoy.
- Fue tal el despertar religioso que vivió Casas de Lázaro con Don Luis, que el templo quedó pequeño, viéndose obligado a construir un salón parroquial multiusos, adosado a la iglesia. Algunos, que conocimos y recordamos aquellos tiempos, los calificamos como la Edad de Oro de nuestra parroquia.
- No olvidó las necesidades materiales de la parroquia. Renovó los ornamentos sagrados usados en las celebraciones litúrgicas; compró nuevas imágenes, entre otras la actual imagen de San José, patrono del pueblo; trajo un nuevo sagrario con expositor y una nueva custodia. Nadie sabía de donde sacaba el dinero, si tenemos en cuenta, que el día que tomó posesión de la parroquia, esta disponía de 248,19 pts. (doscientas cuarenta y ocho) según consta en el Libro de Fábrica del archivo parroquial.
- El año 1954, Año Santo Mariano, dejó en los feligreses un recuerdo imborrable por la cantidad de actos marianos, que organizó en la parroquia. De entre todos destacamos dos: La Romería al Santuario de la Virgen de Cortes el 31 de Mayo de ese año. Junto con los jóvenes de la parroquia preparó una gran carroza decorada profusamente con motivos marianos, que llamó la atención a su llegada al santuario acompañada por centenares de devotos, que recorrieron a pié los más de treinta kilómetros, que dista del pueblo. El otro acto mariano a destacar fue la magna procesión mariana del 15 de Agosto de ese año 1954 preparada con la colaboración de la juventud en la que tomaron parte todas las imágenes de la Virgen de nuestra parroquia.
- Creó con los jóvenes un grupo de teatro. Las largas noches del invierno (todavía no había TV y los aparatos de radio eras escasos en el pueblo) las dedicaba a ensayar obras de teatro, que luego eran representadas con enorme éxito en Navidad.
- No era raro verlo jugar al futbol con los chavales del pueblo en la placeta de la iglesia o en las eras del pueblo. Tenía claro Don Luis, que podía atraerse mediante el deporte tanto a niños como a jóvenes. Por eso el primer balón de cuero, que conocimos en Casas de Lázaro nos lo compró él en Albacete; él fue el que trajo a nuestro pueblo las primeras porterías de baloncesto; él fue el que nos trajo el primer futbolín para que pudiéramos entretenernos y divertirnos.
- Su acción apostólica llegó también a las aldeas de nuestro pueblo. En casi todas ellas con la ayuda de las autoridades, del arzobispado de Toledo y las aportaciones de los vecinos construyó capillas y cementerios. De esa forma las familias ya no se verían obligadas a desplazarse hasta el pueblo y trasladar a sus muertos a lomo de mulas hasta el cementerio de Casas de Lázaro.
En el aspecto socio-caritativo Don Luis daba lo poco que tenía. Desarrolló una callada, pero importante labor caritativa. Cuando visitaba a los enfermos, algo sagrado para él, siempre dejaba bajo la almohada del encamado algún donativo, si veía que la familia no podía comprar los medicamentos.
Se encontraba feliz visitando las casas de las familias más humildes, sentándose junto a la lumbre, aunque saliese oliendo a humo y con la sotana manchada de ceniza.
Siguiendo el consejo evangélico, practicaba la caridad de forma silenciosa y sin llamar la atención. Por ello muchas de sus acciones caritativas con las gentes de Casas de Lázaro pasaron desapercibidas. No obstante yo quiero mencionar dos de las que yo, monaguillo, fui testigo. En Casas de Lázaro vivía un señor, deficiente psíquico, pobre de solemnidad, con su madre anciana. Una mañana de invierno Don Luis lo encontró medio desnudo, sentado en los escalones de la iglesia. Ni corto ni perezoso se dirigió a la sacristía, se quitó sus propios pantalones y se los entregó al menesteroso.
El segundo caso tuvo lugar en el barrio conocido por “El otro Lao” en que vivían familias muy humildes y que Don Luis visitaba con asiduidad. Un día entró en una casa (por llamarla de alguna forma) compuesta de una única habitación de unos 40 m2. En ese espacio malvivían los padres con sus cuatro hijos más el burro y el cerdo. Fue tal la impresión, que sufrió Don Luis, que al día siguiente mandó a un albañil para que tabicara la habitación, separando así el espacio dedicado a los animales.
A Don Luis, gracias a Dios, después de sesenta y tantos años que pasó por Casas de Lázaro, todavía laspersonas mayores que tuvimos la suerte y la dicha de conocerlo y tratarlo, lo recordamos, lo queremos y lo añoramos. Algunos, incluso, tenemos una deuda enorme con él, ya que parte de lo que somos, se lo debemos a él.
En definitiva, Don Luis fue un gran hombre, un gran sacerdote, un gran corazón. Su huella perdura todavía en Casas de Lázaro.
Baldomero Ruiz Córcoles.
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Don Luis Rodríguez Oliver,
ejemplo en mil valores
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Faro de ciencia y cordura
para iluminar senderos,
sin cadenas ni otros fueros;
mas sí vistiendo armadura
contra dogma y fe perjura.
Su vida, corta a traición,
ejemplo fue y aguijón
para combatir errores,
dando al débil los mejores
frutos de un buen corazón.
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Ángel Martín-Blas 5-Septiembre-2015
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A DON LUIS RODRÍGUEZ OLIVER
Brilló su corazón de amor chelero,
sembrando una cosecha de entereza;
--seglar o religioso-- con destreza
manaba su saber de un hombre entero.
En busca de derechos, el primero;
un Cid contra mesiánica vileza;
sin dogmas ni cadenas, su nobleza
marcó de honestidades un sendero.
La muerte, con guadaña traicionera,
segó su flor en auge y su destino
con meta en la política certera.
Ni el tiempo ni el olvido son espino
que rasguen su ideal y su bandera,
pues muchos siguen fieles su camino.
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Ángel Martín-Blas 5/Septiembre/2015