EL SANTO CRISTO DE LA QUINTA ANGUSTIA

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BREVE HISTORIA DE LA IMAGEN DEL SANTO CRISTO Y DE SU DEVOCIÓN FUERA DE ZALAMEA de la Serena.

     Pocos pueblos de la Provincia de Badajoz pueden gloriarse de un historial tan rico como el que goza y posee Zalamea de la Serena; patria de insignes y esclarecidos varones, como el Excmo. Sr. D. Diego de Arce y Reinoso, Obispo e Inquisidor General; El Ilmo Sr. D.Pedro Bernardino Nogales Dávila, Obispo de la Puebla de los Angeles, en Méjico; el doctor y sabio literato D. Juan Tamayo Salazar, y de tantos otros que sería prolijo enumerar; pero sobre todo puede gloriarse con la posesión del bendito tesoro del Santo Cristo que tanto lo ha enaltecido, y que lo ha hecho famoso en muchos pueblos de la Tierra.

     En la tradición e historia documental de este pueblo ocupa un lugar preferente su hospital de la Quinta Angustia donde se veneró durante mucho tiempo la popular imagen del Cristo de Zalamea.

     Refiriéndose a este Hospital, Fray Francisco Barrantes Maldonado, Sub-Prior de Zalamea e Historiador de los Milagros del Cristo dice:

"Estaba edificado dentro del pueblo, en la parte oriental;era de pared tosca, de paredes cubiertas de cal por dentro y por fuera, tenía 52 pies de ancho y alto 15; el techo de encina y cañizo; en la pared un crucifijo pequeño sobre el altar; donde se decía Misa los viernes; la Puerta Principal al Norte y encina de pincel pintado un descendimiento de la Cruz; tomando de el nombre de "Quinta Angustia".

     Desde Antiguo (Siglos XV-XVI)  esta pequeña imagen era sacada en procesión la noche del Jueves Santo, por los hermanos de la Cofradía de la Vera-Cruz; pareciéndoles demasiado pequeña, deciden los cofrades recoger limosnas con el fin de conseguir otra de mayor talla.

     Hacia mediados del siglo XVI ( año 1561 ) la Cofradía encomienda esta gestión al piadoso Clérigo D. Lázaro Villanueva, quien por indicación de un venerable anciano y sin necesidad de contrato encuentra este Santo Cristo entre las ruinas de un templo sevillano.

     El Pueblo de Zalamea recibe con muestras de devoción y agradecimiento tal hallazgo, mientras el Prior, Cabildo y Clero deciden, como el mejor trono y Casa para el Cristo, la Capilla del Hospital. En este mismo lugar y sobre el mismo altar que ocupara "el pequeño Crucifijo", permanecerá el famoso Cristo Sevillano de Zalamea hasta que la devoción y Culto pudo ofrecerle un Santuario más digno en 1617.

     La primera piedra de esta Capilla de estilo Herreriano se debe a D. Francisco de Mora, Arquitecto Mayor del Rey, su sobrino Juan Gómez de Mora, se hizo cargo de la obra en 1610, dándose por terminada lo principal de su Fábrica en la fecha antes citada. Sin embargo, hasta 1617, no se pudo realizar el traslado del Santo Cristo a su inacabada Capilla; según consta en una lápida conmemorativa existente en el interior de la misma; que textualmente dice:

     "Acabose esta insigne Capilla, año 1617 reinando la Majestad,en la Capital de Reino Felipe III, siendo Priores los Reverendos Señores Fray Don Antonio Barrantes Maldonado de Alcántara y Mayordomos de esta Fábrica el licenciado Juan de Villanueva Presbítero y Alonso Hidalgo Cabanillas. Trasladose a ella la Santa Imagen a XIII, de Septiembre de dicho año".

     DEVOCIÓN AL SANTO CRISTO, FUERA DE ZALAMEA.

     El Cristo de Zalamea, parece que tuvo su época de máximo esplendor en la devoción popular en el siglo XVI, se extendió por muchos pueblos de España y América, especialmente, de este Continente nos ha llegado últimamente noticias del Obispado de Huelva a través de su Canciller que nos aportaba este dato: El Capitán Juan Gómez Márquez envió en el año 1722 a la Parroquia de Cumbres Mayores -Huelva- un cuadro pintado en lienzo, en cumplimiento de una promesa, en el que la figura principal del mismo es el Cristo de Zalamea, lo manda desde Oaxaca, Méjico, y en dicha Parroquia permanece actualmente, según confirmación del Párroco.

     Este Capitán se marchó como emigrante e hizo una gran fortuna con la venta de grana, este producto de obtiene de un insecto originario de Méjico, que reducido a polvo se emplea como materia de tintorería; y que en su tiempo era más rentable que el oro.

     La emigración, a raíz del descubrimiento del Nuevo Mundo de emigrantes de Zalamea y de otras partes de España pudo ser la causa de que llegara a aquellas tierras la devoción muy popular entonces, del Cristo de Zalamea. 

     No sólo fue llevada la devoción del Cristo a América, también está arraigada en otros pueblos de España, sobre todo en Elche-Alicante, donde existe una imagen, donde existe una Imagen pequeña con esta Advocación; que sale procesionalmente la noche del Jueves Santo con la asistencia de una gran multitud que la acompañan. En la Capilla donde se venera la Imagen, adosada a la Parroquia de San José, no faltan devotos durante el día y hasta bien entrada la noche que rezan y oran ante la Imagen para cumplir promesas y depositar flores frescas ante el Cristo, convirtiendo la Capilla en un vergel, como me dijo el Párroco.

     Y de las tierras alicantinas saltamos a Toledo, en Villafranca de los Caballeros; allí se le tributa Culto al Cristo de Zalamea desde tiempo inmemorial, en una hornacina en una fachada de una casa, en ésta hornacina hay una pintura con el cristo De Zalamea y ante ella se reúnen los feligreses para darle Culto con ejercicios piadosos al Santo Cristo. Desde hace unos años un nutrido grupo de ese pueblo visitan esta Real Capilla donde se les celebra una Misa y cumplen sus promesas. Rezan una oración, que es un Romance de Gesta; eran unos versos populares en los que se narraban hechos de personajes históricos, o tradiciones de los pueblos, en esa oración se cuentan los Milagros que se atribuían, entonces, al cristo de Zalamea. Este Romance se extendió por muchos pueblos cantado por los ciegos; y esto pudo ser otra de las causas por las que se propagó tanto la devoción del Cristo de Zalamea.

     Uno de los versos dice:

              Son tantas las maravillas

              que de su clemencia salen

              que no me atrevo a decirlas

              por los lugares y villas,

              es como querer contar

              las estrellas en el Cielo

              y las arenas en el mar.

     (Y sigue el Romance contando los Milagros que el Cristo realizó)